El rollo de la mirada

Días pasados alguien con status de jefe me pidió un CV mío en "dos hojitas". Obviamente, en menos de dos entró todo. Hoy llego a la oficinita y el tipo de seguridad (de 8 a 21, sentado frente a una camarita y almuerzos de picadillo) me dice: "Che, estaban por tirar estas dos hojitas". Ya sabemos cuáles.
Una primera reflexión: los CV, síntesis arbitrarias de vidas mucho más encantadoras que no se pueden resumir en ítems "educación", "becas" o "idiomas", terminan -leídas o no- en la basura cómo tantas trayectorias, vidas y/o etapas.
Le pregunté si lo había podido rescatar y claro que lo había hecho: todo guarda que se precie tiene iguales dosis de "curiosidad" -digámoslo así- que la de un portero de edificio. Acto seguido, señaló: "No sabía que vos tenías tantos estudios, tantos...".
"¿Tantos qué?" (voz de traste). "No, ná. Que sos grossa y no te hacés notar".
Segundas reflexiones: ¿hay que andar por la vida escupiendo CV para que la gente te "eleve" en su consideración? Parece que sí.
¿Me hace "más" o "menos" grossa sumar una "lic. en algo" o cursitos que sumen en dos hojitas? Posta.
¿Tener tonada, no vestir a la moda y laburar en la administración de algo sirve para que muchísimos -incluídos un guarda de seguridad y me hago cargo del prejuicio- piensen que sos más gil de lo que realmente sos? Definitivamente.
¿Entonces? Dos alternativas: fangullo a todos y vamos por más (remember, el que ríe último...).
Empezar a escupir CV a cada saludo: "Hola, qué tal, licenciada en, magister tal con tesis en curso. Tres idiomas. En qué puedo ayudarlo".