martes, 25 de septiembre de 2007

El rollo de mandar todo al tacho

La sensación reaparece aun en los momentos gloriosos. Porque de nada serviría la gloria sino estuviese precedida y continuada por algún fracaso. La sensación nos ataca y nos hace su presa en cualquier lugar, tanto frente a la góndola de artículos de limpieza en el Disco como baldeando un champán en el vip de Dorian. La sensación nos estimula el paint it black, nos aniquila el start me up, nos subraya el out of time. La sensación no pretende de nosotros otra cosa que no sea el sufrimiento. Prístino, indiscutible, inobjetable, siempre merecido. La sensación se preocupa por ahogarnos bien ahogados, por sofocarnos de toda sofocación. La sensación nos hostigará hasta que pensemos en aquello que se propone hacernos pensar: "mandar todo al tacho". Hasta que lo consideremos como la única que nos queda.
La sensación nos ciega de tal forma, que nos convencemos de que es cierto. De que no queda otra. De que hay que "mandar todo al tacho". Y así andamos por un tiempo, zombificados, buscando el tacho que se merezca todo lo que queremos mandarle.
Pero algo nos llama la atención. Algo nos distrae. Un perfume de vainilla. Un par de lágrimas brillantes aplicadas debajo de un ojo que nos mira. Un "hola" inesperado en el msn. Una fiesta que termina... bien. Un curso gratificante de las cosas. Y la sensación queda en suspenso. Y pasamos de largo frente al tacho una vez más.

2 comentarios:

Cloe dijo...

una música; una peli; un cuadro de velázquez, cualquiera de velázquez; una flor, sí, una única flor en el balcón y... a esta altura, algo más que un "hola" en el mess...
sí, que sí hay que pasar del tacho por la brisita de esta siesta de otoño y por un piropo de mentira que te creés porque querés creértelo y pasar del tacho y disfrutar del otoño...
grazie por el optimismo, Rolo, "el sensible"

Anónimo dijo...

tachitos muchos tachitos para tachar

saludo rolou